Resultado de imagen de literatura hispanoamericana origenesLa literatura argentina desde el período de entre guerras

Jorge Luis Borges (1899-1986), que alcanzó la fama internacional con el “boom” de los años sesenta, es un escritor que estuvo ligado, ya en los años 20, a los movimientos vanguardistas del momento. Su reconocido magisterio entre tantos escritores latinoamericanos contemporáneos no debe hacer olvidar su obra anterior a la Segunda Guerra Mundial, aunque en parte se haya revalorizado tras el “boom” , ni el medio literario del que surge. Borges se inicia como poeta con Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929) y se revela al mismo tiempo como extraordinario ensayista en Inquisiciones (1925) y Evaristo Carriego (1930). Posteriormente se convierte en uno de los grandes escritores latinoamericanos con Historia universal de la infamia (1935), El jardín de senderos que se bifurcan (1941), Ficciones (1944), El Aleph (1952), El hacedor (1960) y El informe de Brodie (1970), a los que hay que sumar los volúmenes de ensayos Historia de la eternidad (1936) y Otras inquisiciones (1952).
Con respecto al medio en que aparece Borges es importante consignar los nombres de Macedonio Fernández (1874-1952), Museo de la novela de la Eterna (1967), Leopoldo Marechal (1900-1970), de la misma generación que Borges, Adán Buenosayres (1948), novela y Oliverio Girondo (1891-1967), Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922). Junto a otros escritores agrupados en la revista Martín Fierro y que integraron el Grupo Florida, hay que mencionar a Leónidas Barlettacomo uno de los principales exponentes del Grupo Boedo, con una estética menos vanguardista y más ligada a las cuestiones sociales. Un caso aparte es Ricardo Güiraldes (1886-1927), que con Don Segundo Sombra (1926) corona la novela de la tierra en Argentina.
Un escritor de importancia en el periodo de entreguerras, y que recoge con fidelidad el ambiente crítico y desesperado de la época, es Roberto Arlt (1900-1942), autor de novelas como El juguete rabioso (1927), Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931), en las que el habla porteña adquiere una categoría expresiva novedosa y literariamente original. Enrique Amorim (1900-1960), uruguayo integrado en la literatura argentina, se caracteriza por sus obras de tema rural, El paisano Aguilar(1934), El caballo y su sombra (1941). Nicolás Olivari (1900-1966), poeta tremendista y atormentado, aporta en este período los volúmenes de poesía La musa de la mala pata (1936), Diez poemas sin poesía (1938), Poemas rezagados (1946) y los libros de relatos La mosca verde (1933) y El hombre de la navaja y de la puñalada(1933). Mientras que Raúl González Tuñón (1905-1974), que combina tanto la estética de Boedo como la de Florida, se destaca como poeta en El violín del diablo(1926), La calle del agujero en la media (1930), La rosa blindada (1936) y La muerte en Madrid (1939). El poeta Fernando Guibert (1912-1983), llamado "acosador del lenguaje", logra romper con las fórmulas de la lengua abriendo nuevos niveles de percepción poética con Poeta al pie de Buenos Aires (1953) y su poema cosmogónico «Ahora vamos» (1983).
La tradición fantástica que inaugura Borges tiene especial influencia en narradores como Adolfo Bioy Casares (1914 -1999) y Silvina Ocampo (1903-1993). Tras la novela La invención de Morel (1940), Bioy publica, dentro de la línea argentina borgiana, una serie excelente de cuentos que reunirá en 1972 en Historia fantásticaVictoria Ocampo (1893-1979), hermana mayor de Silvina, es una notable ensayista, Testimonios (193519421946), y desempeña un papel de gran importancia como editora al fundar en 1931 la revista Sur, que dará a conocer, entre otros, al propio Borges.
Al margen del entorno de Borges se mueven Manuel Mujica Láinez (1910-1984), Bomarzo (1962) y Antonio di Benedetto (1922), Zama (1956), junto a los que cabe citar a un grupo de narradores dedicados, sobre la condición humana. Tal es el caso de Eduardo Mallea (1903-1982), mediante técnicas realistas, a una angustiada indagación sobre la condición humana: La bahía del silencio (1940), Todo verdor perecerá (1941), Rodeada está de sueño (1943), Ernesto Sabato (1911 -2011), novelista que adquirió renombre en los años sesenta, pese a no ser uno de los protagonistas del “boom”. Su trilogía El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el exterminador (1974) constituye un ejemplo de novela total y es una de las muestras más sólidas de la narrativa argentina contemporánea.
Julio Cortázar (1914-1984) es, junto con Borges, uno de los escritores de mayor renombre de la literatura hispanoamericana. En su narrativa confluyen tanto la herencia de Borges, Marechal y Macedonio Fernández como la de una tradición europea en la línea de la literatura fantástica surrealista. Sus mejores cuentos se encuentran en los volúmenes Bestiario (1951), Final del juego (1956) y Las armas secretas (1959), mientras que su novela central, que ha gozado de una enorme influencia entre los jóvenes narradores hispanoamericanos, es Rayuela (1963). Entre éstos, y en el ámbito argentino, han sobresalido Juan José Saer (1937-2005), El limonero real (1974) y Manuel Puig (1932), La traición de Rita Hayworth (1968) y Boquitas pintadas (1969).

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